ENCANTADO DE CONOCERTE - ANTOLOGIA CITA A CIEGAS










Claire Jennings, vive en Londres, es chef y su vida transcurre entre libros y sartenes, tiene amigos y familia que la aman y nada podría ir mejor.
Logan Reynolds estudia en Yale, y vive con su mejor amigo Jason Jennings, quien le prohibió terminantemente acercarse a su hermana.
Una fiesta sorpresa y dos personas que no debían conocerse, pondrán a prueba la más vieja de las reglas entre amigos.



New Haven

Logan Reynolds comparte departamento con Jason Jennings desde que se conocieron en el campus de Yale, el primer día de inscripción a sus doctorados: Jason en derecho siguiendo la herencia familiar y Logan en Investigación de Ciencias Médicas. Sus horarios eran bastante incompatibles con lo cual compartían gastos, pero no espacios. El tiempo, algunos amigos en común y las experiencias vividas hicieron que ese lazo fuera creciendo con el tiempo, queriéndose como si fuesen hermanos.
Logan tiene una familia enorme con cuatro hermanas más pequeñas que son su perdición al mismo tiempo que su dolor de cabeza. Por eso le resultó tan fácil congeniar con Jason, necesitaba con urgencia de un hermano, aunque fuera del alma y no de sangre, que vivió toda su vida con su mamá como hijo único, hasta unos quince años atrás, cuando su padre resurgió de entre las sombras queriendo formar parte de su vida, con una hermana menor incluida.
El día que se conocieron, Claire y Jason sintieron en carne propia lo que es el llamado de la sangre. La adoración mutua fue instantánea. El sentido de protección que esa mocosa de diez años de ojos enormes y rulos color chocolate despertó en él fue increíble, así como el amor y la admiración que Claire sintió por su hermano. Sus mamás vivían en diferentes estados, pero eso jamás impidió que la relación de hermanos fuera como cualquier otra, bueno, quizás un poco más de mails o charlas por Skype.
La fecha del último examen de Jason estaba cerca y Logan quería hacer una fiesta sorpresa para su amigo. Con un muy pequeño detalle digno de mencionar, que la fiesta no sería tal si la hermana del homenajeado no formaba parte.
A pesar de que la regla de oro entre amigos que dicta que las hermanas son intocables, y entre ellos estaba vigente, Jason jamás había querido presentarlos. Tres años llevaban compartiendo departamento y nunca la conoció. La situación pasó de ser un juego a un abierto desafío, y gracias a la divina providencia, la balanza se inclinaría hacia su lado en cuestión de días. Logan casi podía saborear la victoria.
Lo único que sabía de ella era su nombre y que era castaña y que tenía pecas. Y con eso tendría que alcanzar.
Ese domingo por la tarde luego de correr sus diez kilómetros diarios y una merecida ducha, se calzo unos jeans gastados con un par de rotos a la altura de las rodillas, una remera negra y se recostó en su cama con la laptop sobre sus piernas para comenzar la "búsqueda de la hermana escondida" como había bautizado a esta primera etapa para la fiesta de su amigo. Hombre organizado como pocos, al punto extremo que Jason se burlaba llamándolo freaky cada vez que podía.
Primero buscó en todos los mails que tenía de Jason en su bandeja de entrada, alguno de esos reenviados con cosas graciosas seguro tenía la dirección de mail de Claire, si es que usaba su verdadero nombre para tal fin.
Nop.
Ninguna clairejennings@loquesea.com
Pero, sí descubrió a freckled2016@gmail.com
Dudó unos instantes, podía ser una amiga, incluso una amiga colorida de Jason y le contaría su plan de inmediato. Y todavía no quería que se enterara. Mientras más pudiera extenderse en el tiempo, mayor sería la sorpresa y sobre todo el dulce sabor de su victoria.
Con los pocos datos que tenía decidió que era sino la única, sería una de las pocas posibilidades para contactarla.
Dejó su laptop sobre la cama y fue a por una botella de agua, mientras armaba mentalmente el mail que le enviaría a la supuesta Claire.
Caminó descalzo por el piso de madera entarugada hasta la cocina. Dio una vuelta a la barra de desayuno, y tomó la botella de agua del refrigerador. De camino a su cama ya casi se la había terminado. La dejó sobre la mesa de noche y de recostó sobre su el cobertor otra vez, mientras se acomodaba los almohadones en se espalda.
Él adoraba los misterios y jamás perdía un desafío, tarde o temprano siempre ganaba. Y esa mujer era un misterio que esperaba develar muy, muy pronto.

Asunto: fiesta sorpresa para Jason
Hola.
Disculpa la intrusión, espero seas Claire la hermana de Jason. De ser así te dejo aquí mi celular para poder comunicarnos (0351)555-1568
Estoy planificando una fiesta sorpresa para la graduación de Jason y me gustaría contar con tu presencia y ajustar detalles.
Saludos cordiales,
Logan

Bueno, con un poco de suerte quizás pronto recibiera la respuesta. Si no fuera así estaría en grandes problemas.

&&&

Londres

El paisaje londinense siempre la había enamorado, era todo tan romántico, tantos grandes escritores habían nacido en esas islas a lo largo del tiempo. Paseaba por las cercanías del Palacio de Buckingham y su mente soñadora imaginaba mil y una historias de princesas, amor y traición. El don de la escritura no se le daba, pero soñar sí. Seguro producto de sus noches enteras dedicadas a devorar cuanto libro cayera en sus manos.
Esa tarde estaba de paseo sola, su mejor amiga en el mundo estaba visitando a su familia en Belsfat.
Pronto viajaría a New York, a ver a su madre y seguro se reuniría con Jason. Tan ocupado estaba con sus exámenes finales, que ya llevaban seis meses sin verse. Se tomaría un par de semanas libres en su trabajo y pasaría una temporada con su familia. Jean Pierre, no estaría contento con que dejara su cocina por tantos días, pero si fuera por él, que amaba tanto su trabajo no podría viajar ni descansar.
Claire había estudiado Houte Cousine en París, con el mismísimo hermano de Jean Pierre, conocía a la familia Deaucoult desde hacía años, gracias a su madre y sus conexiones, y eso le había facilitado estudiar para chef, con el mejor.
Y vaya que era buena alumna, no había superado al maestro, pero era cuestión de tiempo, o al menos era lo que siempre le decía Jean Paul.
Tenía que volver el próximo verano a París, aprender patisserie, era su siguiente proyecto.
En una de las vueltas del sendero del parque encontró el rincón exacto para descansar unos momentos y leer los últimos capítulos de su libro, “Damasco” de Jull Dawson.
Sacó de su mochila la manta liviana que llevaba para sentarse en el pasto, sonrió al extenderla sobre el césped, su madre se la había regalado y la amaba, acomodó su latte Macchiato de manera que no se volcara, se sentó como indio con el libro en mano y estaba a punto de comenzar su lectura cuando el sonido de un mail entrante la interrumpió.
Sacudió la cabeza en negación, si fuera un Whatsapp o una llamada, reconocería de quién se trataba por el sonido de la notificación, cada una de las personas importantes en su vida tenía la suya. ¿Pero un mail? Nada que no pudiese esperar. El sol cambió de lugar en el cielo, cambiando los colores del día, marcando el final del libro y de un domingo de merecido descanso. Ya era hora de volver a casa y prepararse para la semana que en pocas horas comenzaba.
Fue caminando las cuadras que separaban su departamento del parque, la tarde estaba fresca y el rocío comenzaba a descender.
Dejó la mochila con sus pertenencias sobre uno de los bancos de la cocina, sacó la manta y la llevó hasta la canasta con la ropa para llevar a la lavandería. Se preparó un té y encendió la computadora.
Una rápida pasada por las redes sociales, nada muy novedoso. Un par de comentarios y de likes más tarde, recordó el mail que le llegó por la tarde y abrió su casilla.
Frunció la nariz y ladeó la cabeza como solía hacer cuando algo la intrigaba o le daba curiosidad.
Logan le había enviado un mail.
Estaba al tanto de las reglas entre ellos, no estaba muy de acuerdo, pero qué podía hacer. No era su amigo, estaba lejos, y por las referencias de Jason, lo mejor era no conocerlo. Si su hermano exageraba para mantenerla alejada, no lo sabía, pero tampoco se había interesado en averiguar tampoco, a su modo de ver no tenía sentido en lo absoluto.
Pero las circunstancias habían cambiado. La graduación de su hermano estaba a la vuelta de la esquina y qué mejor que celebrarlo. Seguro que Jason se alegraría de verla y ella lo extrañaba mucho.
Dio un largo suspiro sin saber mucho por qué, y se dispuso a responder.

Asunto: RE: fiesta sorpresa para Jason
Hola Logan, me encanta la idea de darle una fiesta sorpresa a Jason. Por supuesto no diré nada y puedes contar conmigo para lo que necesites. Estoy por viajar a New York para ir a la ceremonia de graduación pero puedo no decirle ;)
Te agrego al wpps así estamos comunicados.
Muchas gracias por todo.
Claire J

Repasó lo escrito varias veces y luego dio Enviar. Tomó su celular y lo agregó a su lista de contactos. Escribió un mensaje muy breve para que supiera que era ella, dejó el teléfono sobre la cama y se desvistió para ir a la ducha sin despegar los ojos de la pantalla.
¿Qué le pasaba? Ni que fuera a responderle de inmediato.

&&&

New Haven

Llevaba dando vueltas toda la tarde. Él era una persona muy organizada y metódica que jamás perdía la calma por nada. Y mucho menos por nadie.
¿Cómo era posible que desde que envió el mail estuviera con ese grado de ansiedad?
Había revisado Facebook, Twitter e Instagram, cientos de Claires, pero ninguna con más probabilidades que otra.
Había mirado la pantalla de su laptop cada diez minutos y eso era inaudito, por decir lo menos, con la única salvedad que no lo podía evitar. Muy en su interior quería convencerse que se trataba de la emoción por la pronta felicidad de su amigo, aunque si tuviera que ser honesto consigo mismo, algo le decía que no era eso, o al menos no solo eso.
Había fantaseado con conocer a Claire durante años, y sabía que sus expectativas estaban por las nubes, así como las restricciones por ser la hermana de quien era, y vuelta a empezar, estaba en un maldito círculo vicioso.
El timbre de la puerta sonó y supo que había llegado su pizza. Cerró la laptop y se la llevó consigo. La dejó sobre la mesa de centro mientras despachaba al chico del delivery y volvía al sillón con la cena, las servilletas y la cerveza en la otra mano.
Apoyó todo en la mesa y se desparramó con su más de un metro noventa a cenar y ver alguna película. Cambiaba los canales uno tras otro aburrido de la programación mientras masticaba, cuando el sonido de un mail entrante lo hizo atragantarse con su bocado a medio masticar. Se limpió las manos y bebió un largo trago de su helada cerveza, incorporándose en el sillón, con las piernas abiertas y la cabeza hacia adelante. Estaba comportándose como un puto quinceañero y no lo podía evitar.
Dio clic y leyó el mail. Una sonrisa satisfecha se dibujó en su cara, estiró los brazos por sobre su cabeza y cruzó las manos en su nuca. Releyó el mail y su sonrisa se amplió.
El teléfono vibró en el bolsillo de su pantalón y se apresuró a sacarlo.
Un contacto nuevo.
“Hola J, soy Claire.”

La suerte, el destino o los putos planetas definitivamente no estaban de su lado. La foto de perfil era una imagen de la torre Eiffel. Muy linda, por cierto, ¡pero ya la conocía!
Ella se había desconectado unos minutos antes y le tomó toda su voluntad no seguir la conversación.
Respondió un escueto “ok” y se obligó a cerrar el teléfono antes de hacer el papel ridículo por el que iba de camino a paso redoblado.
Habló con Jason, que estaba en casa de una amiga colorida ese fin de semana, con otros compañeros de clase para coordinar algunos trabajos que debían presentar esa semana y al terminar su mente volvió a su nuevo contacto.
Pasó la semana, ya se acercaba la fecha de la fiesta y seguía sin tener noticias de Claire.
El sábado ya caminaba por las paredes…Jason no paraba de gastarle bromas mientras jugaban a Halo 5 y no lograba concentrarse en lo absoluto. Su teléfono vibró con una llamada entrante.
Vio la pantalla y todo ruido a su alrededor desapareció. Respiró hondo y atendió la llamada.
—Hola —dijo con una sonrisa en los labios.
—Hola Logan.
Jason le hacía señas y decía cosas, no entendía qué, solo veía sus labios moverse y nada más y tener a su hermana del otro lado de la línea no estaba colaborando para nada.
—¿Me disculpas un segundo? —dijo al teléfono y mirando a Jason agregó—. Salgo un minuto.
Jason seguía gastándole muecas mientras se calzaba su cazadora de cuero y salía del edificio en busca de la privacidad necesaria.
—Hola Claire, ya podemos hablar
—¿Mi hermano estaba cerca? —preguntó risueña
—Demasiado —respondió sonriendo. La escuchó reir y le pareció el sonido más hermoso de todo el bendito planeta. Algo muy dentro suyo se agitó y no supo qué nombre ponerle.
—Perdona que te llamé sin coordinar antes…
—No pasa nada —dijo tratando de quitarle importancia al asunto, al fin y al cabo, había esperado ese llamado por días.
—Pude organizar en mi trabajo y salí casi a las corridas de Londres.
—¿Ya estás aquí?
—Sí, llegué el jueves. Estoy en New York con mi madre.
—Genial. No sé cómo decirlo ni cómo vas a tomarlo, pero creo que sería una buena idea vernos antes de la fiesta ¿Tú que dices?
El cerebro de Logan iba a hacer cortocicuito en cuestión de segundos tanto si ella decía que sí como si decía que no.
Nunca antes se había sentido así, y no lo podía hablar con su mejor amigo por obvias razones. Si Jason supiera lo que él ya había contactado a Claire de alguna manera no se lo iba a tomar a bien, el único aliciente era que el motivo fuera su fiesta y graduación. No tenía sentido que después de tanto tiempo no se conocieran, si la amistad de ellos iba para largo, por descartado en algún momento coincidirían. Armaba estas especulaciones en su cabeza cada noche y todavía no sabía si eran para convencer a Jason que no lo hacía con mala intención o para convencerse él mismo.
—Creo que es una buena idea, aunque no estamos tan cerca… —Claire comenzó a sacar cuenta de horas y kilómetros. Poco probable que Logan quisiera viajar tanto.
—No es tan lejos tampoco, y un cambio de aires tampoco me viene mal. ¿Cuándo puedes? ¿Mañana? —se golpeó la frente con la mano libre y después corrió la misma mano por su pelo, anclándola en su nuca. Eres un idiota, pareces desesperado, se recriminaba en su interior.
—O-key… —tartamudeó Claire. Eso sí que no lo esperaba.
—Si no puedes…
—No, no es eso, estaba pensando dónde encontrarnos.
—Escucho propuestas —se sentó en unos de los bancos de la plaza que estaba a cuatro cuadras de su departamento.
La voz cantarina de Claire lo tenía hechizado. Era alegre, casi musical, se le notaba que era una mujer feliz. Y él quería escuchar esa voz todos los días de su vida.
El camino de sus pensamientos lo trajo de un golpe a la realidad ¿Qué carajos estaba pensando? Las cosas no podrían ir por ese rumbo. No. De ninguna manera. ¿Verdad?
—Hay una pastelería que inauguraron hace poco, tiene muy buenas críticas y quería conocerla. Es “Maman” en la 239 Centre St.
—¿A unos metros de Broome?
—¡Sí! —dijo entusiasmada.
—Sé dónde está ¿nos vemos ahí a las 3PM? —Logan casi podía verla dando saltos al otro lado de la línea. Y solo con eso, él fue más feliz.

&&&

New York

Logan se levantó muy temprano ese domingo, no había podido dormir casi en toda la noche. Desayunó muy ligero, y salió a correr como todos los días, necesitaba quemar esa energía extra con la que se levantaba cada mañana, y eso siempre le mejoraba el humor.
Al volver se dio una ducha larga y relajante, sentía su cuerpo vibrar, no de mal modo, pero igual lo desconcertaba.
Un pantalón de jean azul oscuro, zapatos acordonados color tostado, una camisa celeste con rayas muy finas y un par de botones abiertos y una chaqueta americana azul marino completaron su elección de vestuario.
Armó su mochila con un cambio de ropa por las dudas algo pasara, y fue a la cocina por un par de sándwiches y una botella de agua, comió en la barra mientras hablaba con su madre por teléfono como cada domingo.
A las 11.30 subió a su Volvo C30 color gris perla y puso rumbo a la I95.
Dos horas y ochenta millas lo separaban de descubrir el misterio que era en su vida Claire Jennings.
Logan era un hombre muy puntual, respetuoso en extremo de su tiempo y del de los demás, pero de todos modos llegar treinta minutos antes era una exageración ante los ojos de cualquiera.
Por supuesto la excusa del día era la poca o mucha congestión de tráfico que podría haber encontrado en la autopista de camino a New York.
Acomodó mil veces la servilleta sobre la mesa, chequeó otras mil el teléfono. Le molestaba hasta el cuello de la camisa y eso que era su favorita.
Con cada persona que ingresaba al local, el tiempo parecía alargarse y su paciencia encogerse.
Treinta minutos que parecieron treinta horas llegaron a su fin.
La campanilla de la puerta sonó sacándolo de su burbuja de autocompasión y recriminación.
Nunca la había visto pero supo que era ella. Tenía que serlo.
Su cabello color chocolate suelto en ondas que caían sobre sus hombros, esos ojos del color de las avellanas luminosos como el sol y su piel de blanca porcelana lo dejaron sin habla.
Todo pasaba en cámara lenta para Logan. Todo, menos el rugir de la sangre en sus venas que corría desbocada y calentaba todo su cuerpo en cuestión de milisegundos.
La veía avanzar con paso seguro sobre unas botas de caña alta negras, con su jean también negro y un sweater blanco suelto que se movía al compás de su cadera llevándolo por caminos que no debería. Llevaba un bolso enorme negro en su brazo y un abrigo rojo.
Tenía pocos segundos para sacudirse toda su alteración del cuerpo y comportarse como un adulto responsable.
Mientras él se levantaba para saludarla, ella avanzaba con una sonrisa que fue formándose de manera lenta con cada paso. Y todo el lugar pareció más luminoso.
Quedaron frente a frente, contemplándose por primera vez y con la misma intensidad que si fuera la última.
Logan extendió la mano para saludarla, y su mundo dio una vuelta completa para el otro lado, cuando sintió la piel de Claire en la suya, su tibieza y su suavidad.
—Buenas tardes Logan —dijo extendiendo la sonrisa.
—Encantado de conocerte Claire —respondió tragando la bola de nervios que tenía anudada en la garganta.
Y vaya si decía la verdad, estaba encantado de conocerla, sometido al embrujo de su mirada.
Claire torció la cabeza hacia un lado, justo como solía hacer Jason y fue como si un baldazo de agua fría cayera sobre su cabeza, llevándolo a la terrible realidad que no podía sentir lo que sentía por ella.
Tomaron asiento uno frente a otro en una de esas mesas redondas al lado de la vidriera. El día era precioso, la gente iba y venía por la acera y el sol asomaba tímido entre medio de los edificios de la espectacular manzana.
La camarera se acercó con los pedidos. Él pidió café con crema y ella un macchiato caramel, y ambos eligieron el mismo muffin: chocolate con chispas de arándano.
Claire estaba sorprendida por el hombre que tenía enfrente. Su hermano siempre lo había tildado de muy ordenado, casi demasiado para el pobre Jason, bastante superficial con las mujeres, es decir un Casanova a toda regla, y bueno en ese aspecto no había duda alguna, el hombre era impresionante, con su altura, su cuerpo que se notaba trabajado sin llegar al exceso, su cabello castaño claro y los ojos celeste cielo y esa sonrisa demoledora, de seguro que hacían fila para estar con él. Sin embargo, sus modos eran pausados, todo el tiempo la miraba a los ojos, y estaba atento a todas y cada una de sus palabras, como si nada más en el mundo fuera importante. En un solo momento su celular vibró sobre la mesa y él, sin siquiera mirar quién era, lo apagó y lo guardó en su saco.
Eso podía ser una de dos cosas: estaba con sus cinco sentidos en ese pequeña y coqueta pastelería con ella, o recibía llamadas todo el tiempo y las dejaba pasar como si tal cosa.
¿Qué diablos? Pensó Claire cuando su línea de sus pensamientos, derrapó hacia el lado de los celos de manera absolutamente injustificada ¿no?
Contuvo un profundo suspiro apenas a tiempo de que se escapara de sus labios, cuando lo vio girar hacia un costado, en busca de la camarera para repetir la orden de la mesa. Era encantador a falta de otra palabra que lo describiera. Tan masculino, y seguro de sí mismo, sin llegar a ser avasallante.
Como no dejara de mirarlo de esa manera iba a estar en serios problemas.
—Bueno, entonces quedamos así. Sabemos por experiencia que Jason cuando rinde los exámenes estar solo.
—Sí —asintió Logan, mientras buscaba más temas en su cabeza para continuar con la reunión.
—Lo llamo, le digo que estoy cerca y pasamos un rato juntos, eso debería despistarlo sobre cualquier otro evento que se pudiera estar imaginando.
—Ok, entonces yo lo invito al bar por unas cervezas con los amigos, y allí nos encontramos todos. Luego te envío la dirección exacta.
—Bien, ¿los invitados ya confirmaron? ¿Bebidas y comida?
—Todo arreglado, los amigos somos los de siempre y algunos compañeros de clase, la comida y las bebidas son libres del bar, ya hicimos un fondo común, si al final de fiesta hay diferencia corre por mi cuenta…
—Nuestra cuenta —interrumpió Claire
—De ninguna manera, fue mi idea —rebatió Logan
—Es mi hermano…
—Y el mío, bueno casi… —dijo guiñando un ojo y el piso tembló bajo las suelas de las botas de Claire.
A Logan quedó haciéndole ruido la palabra “nuestra”, qué bella sonaba en sus labios.
Terminaron de arreglar algunos detalles mínimos, y al retirarse, Logan le ayudó a colocarse el abrigo. El tiempo fuera se adivinaba más frío y ventoso que cuando ingresaron a la pastelería casi tres horas antes.
Él se acercó desde atrás para colocarle el abrigo y su perfume lo envolvió, una mezcla de rosas y flores blancas, suave y delicado como su dueña, pero que sabía no podría olvidar jamás.
Ella acomodó su pelo y al hacerlo, parte de su níveo cuello quedó al descubierto, todas las buenas intenciones de Logan de no dar un paso más con Claire cayeron en picada, su piel era un magneto para su boca, necesitaba tocarla, besarla, saborearla, hasta fundirse en esa piel que latía descontrolada, apenas a unos centímetros de su alcance, tan cercana que lo volvía loco, y tan lejana que le hacía perder la cabeza.
Claire se arrebujó bajo el abrigo y se estiró para tomar su bolso. Logan dio un paso atrás antes de perder la poca compostura que le quedaba.
Con una mano en su espalda la guio hasta la puerta de salida.
Claire creyó desfallecer cuando lo sintió tan cerca en su espalda, tan caballero todo él que se parecía a los protagonistas de los libros que solía leer, y ese momento mágico donde los mundos de fantasía chocan con la realidad, alteró los latidos de su corazón.
Su mano en la espalda a pesar de las capas de tela que lo separaban injustamente de su piel, parecía calentarse más a cada instante que pasaba. Eso o era su imaginación que le estaba jugando una muy mala pasada.
—¿Viniste en auto? ¿te alcanzo a algún lugar? —preguntó en todo plan cortés mientras suplicaba a todos los cielos que dijera que sí.
—No hace falta, no te preocupes, mi auto quedó en Londres, vine en taxi y me voy igual —dijo todo lo resuelta que pudo con la tormenta de emociones que luchaban en su interior.
—¿Estás segura? —preguntó otra vez, mirándola directo a los ojos.
—S-sí, sí seguro —reafirmó. No confiaba en ella misma si lo tenía más cerca, por más tiempo.
Logan silbó y un taxi pareció materializarse en la esquina. Abrió la puerta y cuando Claire estaba por ingresar al automóvil, la tomó de manera suave y con firmeza del codo, bajó su boca lo suficiente para que quedara a la altura de su oreja.
—Nos vemos pronto Claire —susurró a su lado, haciendo temblar sus rodillas de manera que solo la tela y el cuero hacían que él, no las escuchara. Y acto seguido como con el susurro de esa voz aterciopela, sexy y salvaje no era suficiente, dejó un beso fugaz en la comisura de sus labios que le quitó el poco aire que conservaba en sus pulmones.
Sacudió un poco su cabello a ver si con eso aclaraba las ideas, e ingresó veloz en el auto que fungía más de escudo protector que de taxi.
Antes de cerrar la puerta alzó la vista y su mirada de color avellana se perdió en ese mar celeste de aguas bravas que eran los ojos de Logan.
El auto avanzó sin rumbo fijo unos minutos hasta que Claire indicó el camino a seguir. Estaba abrumada y aturdida por partes iguales. Nunca un beso tan pequeño y mal ubicado, había causado tantas emociones en ella.
Tenía toda una semana por delante para ordenar sus ideas o la fiesta de Jason sería una pesadilla.
Llegó a casa de su mamá media hora más tarde. Se cambió de ropa por un pijama cómodo y se metió en la cama tan rápido como pudo. Necesitaba descansar, y dejar de pensar en manos cálidas y ojos claros, dormir era un grandioso plan, lástima que Morfeo parecía estar en huelga, porque por su cama no estaba pasando. Ya fuera mirando la inmaculada blancura del cielorraso o apretando los ojos para que no se abrieran, lo único que lograba era verlo… a él, escucharlo… a él, sentirlo… a él. Y eso que apenas fue un apretón de manos al saludarse, pero no podía quitar de su mente con imaginación voraz, la calidez de su piel, y tan solo ese mínimo toque la hacía anhelar mucho más.
La madrugada por fin llegó y en algún momento el sueño la atrapó.

&&&

New Haven

El viaje de vuelta a casa, fue incluso más tortuoso que el de ida, toda la ansiedad por conocerla dio paso a una gran pregunta ¿Cómo carajo iba a manejar la situación con Jason?
Eran amigos, casi hermanos por elección, pero la hermana de uno, es la hermana de uno, y bien lo sabía él que tenía cuatro.
También tenía claro qué pensaba Jason de su relación con el sexo opuesto: era simple y concreto, no tenía novia, él tenía citas. Nunca a ciegas, eso no era para él, jamás le hicieron falta y no le gustaban las sorpresas en esas cuestiones de la vida.
Se rio solo mientras conducía, cuando cayó en la cuenta que su encuentro con Claire, fue una cita a ciegas a toda regla, al menos de manera técnica.
Porque el resto de la tarde, su compañía le resultó tan agradable, la conversación tan fluida que sentía que la conocía desde siempre. Y no era por el hecho que supiera muchas cosas de ella, Jason era muy pero muy escueto al hablar de su hermana. Era algo más allá de cualquier explicación racional que quisiera darle.
Primero tendría que averiguar qué le pasaba con ella y luego vería cómo lo resolvería.
Cuando llegó a su departamento, pidió comida china para ambos y puso sus asuntos en orden para comenzar la semana. Jason solo salió de su cuarto para comer y volvió a encerrarse a preparar el último examen de su carrera.
Estaba por acostarse cuando el teléfono sonó con la melodía de un wpps entrante de Claire:

C: “Hola! Llegaste bien?”
L: “Hola. Sí hace un rato. Y tú?”
C: “Un poco antes…”
L: “jaja qué graciosa!”
C: “Siempre”
L: “Gracias”
C: “Por qué?”
L: “Por una hermosa tarde”
C: “De nada ;) también pasé una linda tarde“
L: “Me alegro”
C: “Yo también :p “
L: “Qué haces?”
C: “Escucho música ya me voy a dormir”
L: “Sí ya es tarde, que descanses.”
C: “Lo mismo para ti”

Pasaron un par de minutos donde los dos estaban conectados, pero ninguno escribía, entonces Logan dio el último paso:

L: “Un beso”

Todas las terminales nerviosas del cuerpo de Claire se tensaron al revivir el beso de esa tarde. Con manos temblorosas respondió:

C: “Otro para ti”

Y al instante silenció el teléfono.

La medianoche encontró a Logan en su cama, fantaseando despierto con la mujer que había conocido esa tarde. Una necesidad visceral de verla se apoderó de pecho, faltaban seis días, y ya sabía que serían eternos.
Casi sin querer llegó el viernes, Jason rindió su examen y Claire apareció de la nada, llevándolo a cenar juntos, a modo de festejo interno antes de la graduación oficial que sería en el campus en dos semanas. Le llevó una torta que compartieron en el restaurante donde comieron y brindaron, donde Claire le dijo que a la mañana siguiente volvía a New York con su madre y que se volverían a ver para la ceremonia de colación.
Cuando conoció a Logan en la pastelería, su saludo tan formal “Encantado de concoerte” le hizo recordar de forma inmediata a una canción de los Rolling Stones que amaba: Symphaty for the devil.

♪♪ Pleased to meet you. Hope you guess my name
But what's puzzling you. Is the nature of my game
♪♪[1]

Por supuesto fue cuestión de dos minutos para que fuera el tono de llamada de Logan a partir de ese momento.
Y que esa canción sonara mientras su hermano estaba sentado frente a ella cenando hizo saltar sus niveles de adrenalina.
En un momento que Jason se ausentó de la mesa, revolvió la cartera hasta dar con el indiscreto aparato y encontró un mensaje de Logan:

L: “Hola! Cómo va la cena? Sospecha algo?”
C: “Hola. Todo perfecto cree que mañana me vuelvo a NY. No sospecha nada.“
L: “De nada?”

Él sabía que se estaba pasando con sus dobles mensajes, pero necesitaba saber si todo lo que hablaron por wpps cada noche, desde el domingo anterior, tenía el mismo sentido para ella que para él.
C: “De nada ;) “
Vio que Jason se acercaba y guardó el teléfono de inmediato.
—¿Todo bien? —preguntó Jason
—Sí… solo chequeando, pero ya terminé y ahora estoy contigo otra vez, mi hermano preferido en el mundo entero.
—Tu único hermano querrás decir pecosa —dijo con una sonrisa torcida que lo hacía más adorable si se podía
—Eso también.

La cena terminó poco rato más tarde, Claire llevó a su hermano a la puerta de su departamento, sabía que estaba Logan y por eso Jason no la invitaría a pasar y se le hizo un nudo en el estómago. Quería verlo, necesitaba verlo. ¿Pensaría Logan de igual modo?
Después de prometerle a Jason que le avisaría cuando llegara a su hotel, se despidió y se puso en marcha.
No vio la figura en penumbras que la miraba desde la ventana del tercer piso.

&&&

Cask Republic. Sábado 6PM

Los amigos y compañeros fueron invitados a las 5.30PM por eso cuando media hora más tarde Logan llegó con Jason, todos estaban allí.
Todos menos Claire.
Jason fue abrazado y felicitado por todos, mientras Logan miraba con insana insistencia la puerta de entrada al Pub. Habían ocupado buena parte del local, entre la barra y algunas mesas con bancos altos.
Las mesas de pool también estaban tomadas por ellos, no era una fiesta privada pero poco faltaba.
Cerca de las 7 y como si las aguas del Mar Rojo se hubieron abierto otra vez, un grupo de gente se separó y Logan vio a la dueña de sus sueños, avanzar con paso decidido desde la puerta de entrada hasta donde estaba él con Jason.
Se quedó sin aire. Con la mirada anclada en sus ojos brillantes y su amplia sonrisa. Jason notó que su amigo estaba perdido en algo o alguien, cuando le habló y Logan no fue capaz de responderle, buscó el motivo de su turbación y allí la vio. Contra todo pronóstico, al menos del suyo propio, una de las mujeres de su vida que amaba con todo su corazón.
Fue sumar dos más dos para ver lo que pasaba entre ellos, a solo minutos de estar en el mismo lugar, el magnetismo de uno por el otro era palpable, pero los ojos de ambos hablaban de mucho más que solo atracción.
La noche pasó tranquila, entre cervezas, hamburguesas y platos varios que desfilaron sin descanso en medio de toda la diversión.
En un momento que Claire estaba jugando con las chicas al pool, Jason llevó a un rincón apartado a Logan.
—¿Y? vas a darme el segundo motivo por el cual mi hermanita pequeña está hoy aquí —dijo todo serio sin despegar la mirada de la de su mejor amigo, que lejos de intimidarse con su actuación, estaba de lo más relajado.
—Voy a darte las dos —respondió apoyando su mano en el hombro de Jason—, la primera, es cierto siempre fue un desafío conocer a tu hermana y la fiesta sorpresa me daba la excusa perfecta. Hasta que la encontré y la conocí. Y me di cuenta por qué la protegías como lo hacías. Hablamos por horas, de todo y ninguna mujer me ha cautivado como ella.
Jason lo miraba emocionado reconociendo los sentimientos que Logan le mostraba.
—En mi vida me pasó algo semejante.
—Lo sé… los Jennings tenemos ese efecto en la gente —dijo muerto de risa— bienvenido… ¿cuñado?
—Espero…
—¿Claire no lo sabe? Me estás jodiendo que me lo dijiste a mí primero…
—No podría ir a tu espalda, pero pierde cuidado que ya me pongo en la tarea de avisarle.
Logan buscó su chaqueta, el bolso y la cartera de Claire de la mesa que compartían y siguió de largo hasta donde ella estaba.
Claire esperaba de pie al lado de la mesa con el taco en la mano, concentrada en las bolas de colores cuando sintió a Logan hablarle desde atrás. Estaba segura que estaba a tan solo milímetros de distancia de su cuerpo, podía sentir el aroma de su piel, y su tibio respirar al hablarle muy cerca de su oído.
—Nos vamos —susurró con voz ronca y ojos oscuros.
—Pero… Jason… —intentó armar una oración, pero sus palabras se perdieron en alguna parte, por el momento inalcanzable.
—Nos vamos —repitió a la vez que la giraba y bajaba su cabeza para que sus labios quedaran frente a frente separados por menos que una capa de aire— por favor.
Sus palabras y el tono en que las dijo, destrozaron las pocas barreras que todavía estaban en pie.
Estiró el brazo hacia atrás en un movimiento mecánico, y dejó caer el taco sobre la gamuza verde.
Logan tomó su mano y la guio a la salida esquivando a todo y a todos los que se atravesaban en su camino.
El pub tenía una especie de hall apenas atravesando el umbral de la puerta, y ese hall ahora desierto era el que daba acceso al salón.
Logan se detuvo de repente y giró sobre sus talones, haciendo con ese movimiento que Claire aterrizara directamente a sus brazos. Soltó su mano y la abrazó por dentro de su abrigo, envolviéndola, acercándola a él todo cuanto podía, pegándola a su cuerpo.
Rozó con sus labios el contorno de su rostro, respiró de su aire, haciendo círculos con su nariz en el femenino rostro y en un susurro que apenas podía escuchar incluso con lo cerca que estaban uno del otro le dijo:
—No puedo esperar más…
—Yo tampoco —respondió en medio de un suspiro que terminó de volar por los aires cualquier restricción que tuviera en ese momento.
Apretó su abrazo y se fundió en esa boca como el más hambriento de los hombres.
Claire sentía que no podía respirar, y no le importaba, lo único que deseaba era estar fundida a él desde ese momento y para siempre.
Logan se separó muy despacio, y abrió los ojos, la miró con una intensidad que sintió su alma temblar.
—Claire —la llamó muy bajito.
—Logan —dijo mimosa.
—Tengo mucho para decirte, pero voy a comenzar con esto —besó sus labios en un gesto fugaz.
—Escucho —inspiró profundo para calmar, aunque sea un poco los latidos de su corazón
—Hace un tiempo atrás escuché una canción y me dije que algún día encontraría a la mujer a la que quisiera decirle todo eso, y esa mujer eres tú: voy a amarte como si fuera perderte. Voy a abrazarte como si estuviera diciendo adiós. Donde quiera que estemos, no daré por hecho que estarás aquí mañana, porque nunca sabemos cuándo se nos agotará el tiempo, así que voy a amarte como si fuera a perderte. En un abrir y cerrar de ojos, en solo un murmullo podría perderlo todo y la verdad es que nunca se sabe, así que te besaré más tiempo cariño, cada vez que tenga la oportunidad, sacaré el mayor provecho posible a los minutos y te amaré sin arrepentimientos.[2] Por el resto de mi vida
—Y yo de la mía…

FIN


[1] Encantado de conocerte. Espero que adivines mi nombre / Pero lo que te intriga. Es la naturaleza de mi juego
[2] Letra parcial de la canción Like I am gonna loose you de Meghan Trainor y John Legend.



Encontrarás los demás relatos que forman parte de esta Antología Cita a Ciegas en

You May Also Like

0 comentarios