Un trocito de Macchiato
Hola amores, hoy quiero compartir con ustedes un trocito de Macchiato.
Es una de mis partes favoritas, bueno todo es mi favorito pero está un poquito más 😉
***** SPOILER ****
(...) Él la miró de una manera que hizo que su alma se encogiera, no tenía idea de qué pasaría un instante después y eso la aterraba.
—Max, sé que para ti no hay excusa para mi comportamiento, pero quiero, necesito que entiendas que no lo pude evitar, yo… reaccioné, él te abrazó y yo… no lo pude manejar. Aunque me odies, no me soportes y peleemos todo el día, no puedo dejar de pensar en ti y está mal y lo sé. Y eso hace que pierda los estribos contigo como nunca antes me pasó en la vida. Estoy en un infierno del que no puedo salir ¿y sabes qué? Tampoco sé si quiero salir.
Max apenas respiraba.
¡Dios! Escucharlo, sentirlo así, era verse en un espejo.
Él su antítesis, él su reflejo.
Si no se desmayaba en ese instante, tendrían que darle una medalla o algo. Ethan siguió hablando, ausente de sus derroteros mentales.
—También sé que no soy bueno para ti. Todo esto —dijo señalando a uno y otro con el vaivén de su mano—, que generamos juntos, no es lo que te mereces. Esto es mi culpa y debo vivir con ella.
—Yo… —Max buscaba las palabras en el vacío. ¿Qué podría decir a eso?— Ethan no sé... no creo poder con esto ahora, es… —dio un paso hacia atrás y cuando estaba en medio del giro para irse, Ethan la detuvo tomándola del brazo.
—¿Sabes qué? —sus pupilas dilatadas, oscureciendo por completo sus ojos— Si tengo que vivir en el infierno haré que valga la pena.
Con un movimiento suave y firme la atrajo hacia sí, para sorpresa de Max que aterrizó directo entre sus brazos sin posibilidad de reacción. En un segundo Ethan cerró el brazo alrededor de su cintura y con la mano libre sujetó su nuca. Bajó su boca hasta su mejilla rozando apenas la cálida piel, en busca de la comisura de sus labios y susurró pegado a su boca:
—Me vuelves loco, eres una constante tentación que no puedo resistir.
De Max escapó un leve jadeo mezcla de anhelo, miedo, sorpresa. Y fue todo cuanto Ethan necesitó para perder el último gramo de razón que le quedaba.
Cerró los ojos y se dejó llevar.
La besó como nunca en sus treinta y tres años besó a nadie. Fue tocar sus labios y todas sus emociones descontroladas encontraron la paz y el remanso. Se abandonó en su suavidad y su calor, demorándose en cada rincón, explorando su boca, redescubriendo su sabor y su candor.
Max perdió la batalla sin siquiera comenzar a pelear.
Sus brazos escalaron hasta el cuello de Ethan y allí encontraron su lugar. Se pegó a él por instinto y respondió a su beso como nunca imaginó que lo haría.
Las piernas de Ethan ya casi no lo sostenían, desanduvo sus pasos con Max todavía en sus brazos hasta quedar apoyado en el borde de su escritorio con ella en el arco de sus piernas. Dios lo ayudara a mantener ese beso dentro de los límites razonables del decoro, porque no creía poder hacerlo tan solo con su fuerza de voluntad. Sentía que volaba cada vez más alto para de repente caer y estrellarse en esos labios que sabían a gloria. (...)
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Feliz lectura
Besos
Jull ❤
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