La sociedad está en otra página, ya no utilizamos la cortesía, la apropiada etiqueta o el sentido común. Fue reemplazado por la egolatría, la rudeza y la estupidez
Moraleja, desde hace un tiempo que esta palabra me da vueltas y vueltas.
Cuando uno habla de los libros, en particular los de la literatura romántica, que tan en auge están en estos días, con sus temas y protagonistas. Donde la mezcla de realidad y ficción a veces parece no estar tan clara ni delimitada. Donde lo que se escribe y lo que proclama, son casi puntos opuestos. Donde el mensaje no es claro, al menos no para todo el público, en especial al más joven y susceptible, que bombardeado como está, de información y desinformación en todos los medios posibles, la literatura viene a reforzar ideas y conceptos, muchas veces erróneos.
Para comenzar me fui de mi fiel amiga Santa Wikipedia y allí encontré un par de definiciones que quiero compartir:
Moraleja: (del latín morālis) es una "lección o enseñanza que se deduce de un cuento, fábula, ejemplo, anécdota, etcétera".
Se trata de una enseñanza que sirve de lección para el vivir humano y que aporta al conocimiento de lo que se considera moral, que generalmente se transmite mediante un relato histórico o una narración ficticia, y que evita los prejuicios y estereotipos que impiden su real comprensión, implicando que el mismo oyente, lector o espectador determine por sí mismo cuál es la enseñanza (o lección).
El uso de personajes muy característicos sirve al propósito de la moraleja, ya que elimina la complejidad de las distintas situaciones, personalidades y cosas de la vida cotidiana, para aclarar aún más la verdadera enseñanza que se desea compartir.
En toda la historia de la humanidad, la moraleja se ha transmitido mediante la literatura y usando la ficción no solamente para entretener, sino sobre todo para instruir, informar o mejorar moralmente a su público. Las moralejas han sido más obvias en la literatura de niños, y a veces se presentan de manera explícita, con la frase: "la moraleja de la historia es…". Estas técnicas explícitas por lo general ya no se usan ahora en la vida moderna, y por lo general sólo se incluyen con objetivos irónicos. Se utilizan más bien sus sinónimos (instrucción, consejo, mensaje, principio moral, máxima).
Moral: (del gen. latín mōris, ‘costumbre’, y de ahí mōrālis, ‘lo relativo a los usos y las costumbres’) es un conjunto de normas, creencias, valores y costumbres que dirigen o guían la conducta de las personas en la sociedad.
La moral permite distinguir qué acciones son correctas (buenas) y cuáles son incorrectas (malas). Otra perspectiva la define como el conocimiento de lo que el ser humano debe hacer o evitar para conservar la estabilidad social.
Al conjunto de normas morales se le llama moralidad objetiva, porque estas normas existen como hechos sociales independientemente de que un sujeto quiera acatarlas o no. Las realidades sociológicas sugieren que las personas suelen actuar por inercia, costumbre, tradición irrazonada o la llamada «mentalidad de masa».
Opuesto a esta postura de auto-justificación está la aceptación, por parte del individuo, de su responsabilidad.
Al conjunto de normas morales se le llama moralidad objetiva, porque estas normas existen como hechos sociales independientemente de que un sujeto quiera acatarlas o no. Las realidades sociológicas sugieren que las personas suelen actuar por inercia, costumbre, tradición irrazonada o la llamada «mentalidad de masa».
Opuesto a esta postura de auto-justificación está la aceptación, por parte del individuo, de su responsabilidad.
Y aquí me detengo de tanta definición.
En otra entrada del blog (De ortografía y otras cuestiones) comenté sobre la idea que todo libro educa, aprendemos de ortografía, de gramática, de narración (o no, dependerá de su elección de lectura jaja); así como cuando tenemos actividad física, los músculos toman tonicidad y sacan provecho de los ejercicios, en el cerebro sucede algo muy similar.
A partir de los veinte o treinta minutos de lectura en forma continua, el cerebro asimila lo que se está leyendo, ese conjunto de emociones, sensaciones, risas, llantos y enojos, se imprimen en el cerebro como experiencias propias.
Y es en ese momento donde entran en juego las moralejas, no solo la literatura infantil las tiene, todo libro trata sobre el bien y el mal, resalta valores que según los usos y las costumbres son los que se aplican.
Ahora viene cuando me dicen, "bueno Jull pero para lo que uno es bueno para otros es malo", seguro las definciones dependen de quién las aplica, para el ratón, un gato es un monstruo.
O la otra, "no todo es blanco o negro, en la vida hay mucho gris"
Hay mucho para filosofar sobre el tema y la verdad que no es lo mío, pero algo sí tengo muy claro, el absolutismo es algo malo, nos limita, nos deja sin opciones, pero hay algo que es mucho peor: el relativismo absoluto.
El aceptar todo, como se presenta porque no vaya a ser que si se opina en contra de lo que sea, luego seamos los receptores de esas críticas.
Y a no confundir opinar con juzgar, que muchas veces se toman por sinónimos y no lo son.
Creo firmemente que hay gris, para lo cual es necesaria la existencia del color blanco y del negro. No podemos dar válida una parte sin la otra.
Hay mucho para filosofar sobre el tema y la verdad que no es lo mío, pero algo sí tengo muy claro, el absolutismo es algo malo, nos limita, nos deja sin opciones, pero hay algo que es mucho peor: el relativismo absoluto.
El aceptar todo, como se presenta porque no vaya a ser que si se opina en contra de lo que sea, luego seamos los receptores de esas críticas.
Y a no confundir opinar con juzgar, que muchas veces se toman por sinónimos y no lo son.
Creo firmemente que hay gris, para lo cual es necesaria la existencia del color blanco y del negro. No podemos dar válida una parte sin la otra.
Y es aquí a dónde quería llegar, todos tenemos un conjunto de valores y principios con los cuales ponderamos el mundo que nos rodea, llamémosla nuestra moral particular, y que es diferente para cada individuo por supuesto.
Al escribir historias de ficción, (sabemos que todas lo son excepto que sean biografías) de cualquier género, estamos dejando una marca en el otro, alguien nos va a leer, y va a vivir como propia esa historia, va a aprender de ella, va a obtener su propia moraleja. Incluso aunque no la escribamos al final del libro.
Cada autor escribe lo que quiere, nadie aquí dice qué está bien y qué está mal, pero la pregunta que es necesario hacerse al poner la palabra FIN es: ¿esta historia tiene una moraleja acorde a mis principios? ¿Es lo que quiero transmitir?
Si se lee en un libro de romance que una relación violenta y abusiva es válida, en nombre de un supuesto amor y una pila de traumas, ¿es ese el mensaje que se quiere dar?
Si alguno de los protagonistas infringe la ley y queda impune, y todos felices, ¿es correcto?
Y no se diga que uno quiere solo finales felices y rosas, nada tiene que ver la trama de la historia con los valores que representa ni la moraleja consecuente.
Una compañera de letras con la que compartí estas palabras me preguntó el por qué de la entrada, es por tantos motivos.
De un tiempo a esta parte parece que nada tiene mucho sentido, la sociedad se expresa hacia un lado y la literatura hacia el otro, por ejemplo y solo para citar uno y no extenderme demasiado, la violencia de género. No entiendo cómo se romantiza de alguna manera una situación semejante, me resulta incoherente con respecto a la lucha diaria de millones de personas alrededor del globo. Que el tema forme parte de la literatura está genial, que se lo justifique, y condone me parece atroz.
Y lo más llamativo es la popularidad de estas historias, algo no está bien.
Creo de verdad que va a ser muy poco el cambio de conciencia que se busca tenga la sociedad, si seguimos reforzando los valores equivocados.
Me despido con esta frase hermosa de John Lennon. Todos podemos dejar nuestro granito de arena para mejorar este mundo.